Desmontando los mitos del amor romántico

Sería conveniente comenzar por la base de todo, respondiendo de forma general a una pregunta tan básica y a la vez complicada dentro de nuestra sociedad: ¿Qué es el amor?

Es un sentimiento, una emoción, una actitud, una conducta, un vínculo que establecemos con otras personas. Además, en el amor existe cierto componente biológico. Todos hemos oído hablar de esa tormenta química conformada por hormonas como la dopamina, la serotonina o la oxitocina.
Ahora bien, no debemos dejar de lado otro tipo de influencias, en este caso, externas. Hablamos de nuestra cultura y sociedad, a través de las cuales el amor se ha convertido en una construcción social desde el patriarcado, apareciendo los roles de género y surgiendo de este modo el concepto de amor romántico.

El amor romántico es la expresión de un sentimiento generalmente placentero, de una atracción emocional hacia otra persona, produciéndose una tendencia hacia la idealización, la cual desemboca en una serie de creencias erróneas e ideas  generalizadas en la sociedad y la cultura que nos llevan a mantener relaciones poco sanas y a olvidarnos de cuidar de nosotras mismas por anteponer siempre la relación o a la otra persona. 

Dichas creencias reciben el nombre de mitos del amor romántico, los cuales acarrean una serie de consecuencias tales como la obsesión por la búsqueda de esa otra persona que colme nuestra felicidad o sea la proveedora de ella, no saber vivir sin pareja y la no priorización de los propios deseos y necesidades, entre otras. 

Aunque muchos de estos mitos puedan parecernos evidentemente erróneos, podemos actuar de forma inconsciente en base a ellos, transmitiéndolos de generación en generación, ya que estas creencias las aprendemos desde la infancia mediante cuentos, canciones, modelos de relaciones familiares, medios de comunicación, etc. Y de esta manera se siguen justificando y reproduciendo socialmente.

En base a esto, podemos diferenciar una serie de grupos dentro de los cuales englobar los mitos más relevantes dentro de nuestra sociedad: 

  • “El amor todo lo puede” con mitos tales como el cambio por amor, la creencia de que los polos opuestos se atraen y entienden mejor y el mito de no hay amor verdadero sin sufrimiento.
  • “El amor verdadero está predestinado” en el cual se incluyen el mito de la media naranja, el mito de la complementariedad, la creencia de que solo hay un amor verdadero en la vida destacando la exclusividad hacia una única persona y el mito de la perdurabilidad y la pasión eterna.
  • “El amor es lo más importante y requiere entrega total” con los mitos de emparejamiento y conversión del amor de pareja en el centro de todo, de atribución de la capacidad de dar la felicidad como si no hubiesen más medios o ámbitos de nuestra vida que nos la puedan aportar, el mito de la entrega total a nuestra pareja, el amor como despersonalización: tú y yo somos uno, la creencia de que el amor acaba con la propia intimidad, de tal manera que tu pareja tiene que saber absolutamente todo de ti sin que tú puedas preservar nada de tu esfera privada presuponiendo que de lo contrario no estarías siendo fiel a ella y el mito de romantizar las historias complicadas, defendiendo que cuanto más se ha sufrido para conseguir estar juntos y cuantos más obstáculos ha habido en el camino más bonita ha sido la historia. 
  • “El amor es posesión y exclusividad”, en el cual se incluyen los mitos del matrimonio, destacando esa finalidad de unión para culminar el amor verdadero, el mito de los celos a través del cual se considera que si una persona no es celosa es porque no le importa lo suficiente su pareja y el mito sexista de la exclusividad como despersonalización. 

De acuerdo con todo esto, cabe decir que el ideal del amor romántico, creador de expectativas irreales, es uno de los factores de riesgo causantes de la violencia dentro del noviazgo. Identificar los mitos creados en torno a este amor es por tanto imprescindible para prevenir las relaciones tóxicas basadas en la desigualdad.

“Nos hicieron creer que cada una de nosotras es la mitad de una naranja,
y que la vida solo tiene sentido cuando encontramos la otra mitad.
No nos contaron que ya nacemos enteras,
que nadie en la vida merece cargar en las espaldas la responsabilidad de completar lo que nos falta”.

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